Rompiendo el Silencio contra el Bullying

"Rompiendo el Silencio contra el Bullying " es un blog dedicado a concienciar y luchar contra el acoso escolar. Dirigido por Ana Serrano, madre de una niña que sufrió bullying, este espacio ofrece recursos, consejos prácticos y testimonios para apoyar a víctimas, padres y educadores. El objetivo es romper el silencio, fomentar la empatía y promover entornos escolares seguros y respetuosos. ¡Juntos, podemos marcar la diferencia!

Testimonio de Miguel Ángel Carrasco: Superar el acoso escolar para construir un futuro mejor


Miguel Ángel Carrasco: Superar el acoso escolar para construir un futuro mejor

En el mundo digital es conocido como @poryparaelfuturo, pero detrás de ese nombre está Miguel Ángel Carrasco, una persona cuya vida ha sido una batalla constante contra la violencia y el acoso escolar. Hoy, Miguel Ángel es escritor, integrador social y un defensor activo contra el acoso, ayudando a otros con su experiencia y su reciente obra "El gallo Kiriki, el gallo que no tenía cresta". Sin embargo, su camino hasta aquí ha estado lleno de desafíos que marcaron su infancia y adolescencia.

Miguel Ángel ha decidido compartir su historia, tal como la vivió, para dar esperanza a quienes puedan estar enfrentando algo similar y para concienciar sobre los estragos que el acoso escolar puede causar en la vida de una persona.

Infancia: soledad y diferencia

“Era un día como otro cualquiera en el patio. El recreo estaba a punto de finalizar. Yo tenía pocos amigos, la verdad, no creo que tuviera más de cuatro. Jugaba solo ese día, como muchos otros”.

Desde muy pequeño, Miguel Ángel encontró consuelo en su amor por la ciencia, la naturaleza, los cuentos y los animales. A los cinco años ya escribía pequeñas historias, pero esos intereses lo hacían diferente a otros niños y niñas, que no dudaban en llamarlo “raro”. Además, su baja estatura, las orejas un poco grandes y un ojo ligeramente más pequeño que el otro se convirtieron en motivo de burla constante. Le decían “ojo pipa” y lo hacían sentir avergonzado por ser quien era.

“No tener amigos, no ser popular, no sentirme escuchado… Me avergonzaba. Ahora sé que todo eso da igual, que en las diferencias está la belleza, lo que te hace único. Pero entonces, siendo tan pequeño, no tenía esta reflexión. Me sentía solo, aislado, y no veía salida”.

Una experiencia que marcó profundamente a Miguel Ángel ocurrió un día en el recreo, cuando vio cómo un grupo de chicos mayores se burlaban de un niño con discapacidad intelectual. “Me dio tanta pena que no pude aguantar. Me acerqué y les pedí que por favor lo dejaran en paz. En lugar de parar, se rieron de mí y me avisaron de que me iba a enterar”.

Días después, el grupo cumplió su amenaza. Incitaron a otro niño de su misma edad a que lo golpeara, mintiéndole sobre insultos que Miguel Ángel supuestamente había dicho. “Me empujaban, le decían: ‘¡Pégale! ¿Te ha llamado maricón? ¡Pégale!’. Intenté explicarle que no quería pelear, pero tuve que defenderme. Lo reduje como pude, sin querer hacerle daño”.

Este episodio solo empeoró la situación. Los agresores, entre seis y ocho niños, comenzaron a acosarlo de forma habitual. Miguel Ángel vivió años de amenazas y violencia física, y el miedo lo llevó a encerrarse en su mundo.

“Me encerraba en mi habitación. Practicaba ejercicios para aprender a defenderme. Hacía pesas con las que compraba ahorrando dinero de las pagas. Dejé de escribir cuentos, de leer. Bajó mi rendimiento escolar. Iba a clase pensando en quién me tocaría enfrentarme ese día. En el patio dessayunaba a escondidas para no ser visto, nervioso, con dolores de tripa frecuentes. Llegaba a casa con golpes y moratones, pero lo justificaba diciendo que me había caído. Nadie sospechaba lo que realmente pasaba”.

Adolescencia: del miedo a la furia

Con la llegada al instituto, Miguel Ángel esperaba empezar de nuevo, dejar atrás el acoso y reconstruir su vida. Sin embargo, el entorno que encontró fue aún más hostil.

“En mi primer día de instituto, vi cómo a un chico le metían la cabeza en un retrete y tiraban de la cisterna. Había bandas latinas, neonazis, tráfico de sustancias, peleas, homofobia… Incluso presencié un apuñalamiento. Era un lugar donde reinaba la ley del más fuerte”.

Intentó pasar desapercibido, pero su aspecto, su ropa —muchas veces heredada o comprada según los gustos de sus padres— y su timidez lo convirtieron de nuevo en blanco del acoso. Un repetidor mayor que él lo tomó como objetivo durante meses, insultándolo y empujándolo en clase, haciéndole zancadillas en educación física y escupiéndole delante de otros.

“Un día, en educación física, después de varias caídas y escupitajos, me levanté lleno de rabia. Le propiné una paliza tremenda. No paré hasta que cayó desplomado. Desde ese día, me convertí en el más popular. En los pasillos, la gente se apartaba. Me hice el gamberro para mantener esa reputación, porque prefería ser el agresor que la víctima”.

A pesar de su nuevo estatus, Miguel Ángel nunca utilizó la violencia para dañar o humillar a otros. Sin embargo, reconoce que esa etapa alimentó una parte de sí mismo que no le gustaba.

Un cambio de rumbo

Tras varias expulsiones y un cambio de instituto, Miguel Ángel decidió tomar las riendas de su vida. Abandonó los estudios regulares, trabajó y se matriculó en una escuela de adultos. Fue allí donde conoció a la que sería su mujer y madre de sus hijos.

Hoy, Miguel Ángel es integrador social y trabaja ayudando a niños y jóvenes que enfrentan situaciones similares a las que él vivió. Su experiencia lo llevó a escribir "El gallo Kiriki, el gallo que no tenía cresta", un cuento que aborda el acoso escolar desde la perspectiva de los valores, la empatía y la valentía de pedir ayuda.

En sus palabras:

“Si tuviera a mi yo infantil o adolescente delante, le diría que no se callara nada, que hablara con sus padres o profesores. Siempre hay alguien que puede ayudarte. La violencia solo genera más violencia. Si se lucha, que sea contra el acoso escolar”.

El gallo Kiriki: un cuento con un mensaje profundo

"El gallo Kiriki" no es solo un cuento infantil; es una herramienta para padres, educadores y niños, que invita a reflexionar sobre la importancia de aceptar las diferencias, rechazar la violencia y construir entornos de respeto.

Miguel Ángel ha convertido el dolor de su pasado en una misión: prevenir el acoso escolar y ayudar a quienes todavía sufren en silencio. Su historia es un recordatorio de que el sufrimiento no tiene por qué definirnos; podemos transformarlo en una fuerza positiva que inspire cambios y ayude a otros a encontrar su camino.

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