Testimonio: Mi hija y nuestra lucha contra el Bullying
Nuestra Historia: Cómo Vivimos el Acoso Escolar
Soy Ana, la creadora de este blog, y hoy quiero compartir con ustedes nuestra experiencia, la historia de cómo mi hija fue víctima de acoso escolar durante varios años, algo que marcó nuestras vidas profundamente. Mi objetivo al contar esto es ayudar a quienes están pasando por una situación similar, darles fuerza y orientarles para que no permitan que el acoso se normalice.
Desde pequeña, mi hija siempre fue una niña muy inquieta, habladora, juguetona y cariñosa. En el colegio no había tenido problemas serios; los profesores la conocían bien por su carácter activo y social. No tenía un grupo fijo de amigos, cambiaba según los juegos que le interesaban, y según los maestros, socializaba mucho. Todo parecía estar bien, hasta que comenzó el tercer curso de primaria.
El Comienzo del Acoso
El problema surgió cuando, en tercero de primaria, mezclaron dos clases y cambiaron de profesora. Al principio, mi hija no se quejó del cambio, pero poco a poco empezó a contarnos que algunos compañeros se reían de ella o se burlaban. Como cualquier madre preocupada, hablé con la profesora, pero me aseguró que no había ningún problema en clase y que eran "cosas de niños". Después de esa conversación, las quejas de mi hija disminuyeron, pero sabíamos que algo no estaba bien.
Al iniciar cuarto de primaria, la profesora anterior se jubiló y llegó una nueva, mucho más joven, que había trabajado con niños problemáticos. Ella nos transmitió confianza al inicio, pero fue entonces cuando el acoso empeoró. Mi hija empezó a venir a casa todos los días contando que la insultaban, la ignoraban o la empujaban. Al preguntarle qué hacía al respecto, me decía que se lo contaba a los profesores, pero que no hacían nada, solo le pedían que se fuera a otro sitio a jugar.
La Negación del Problema
Decidí tener una tutoría con la nueva profesora. Me dijo que no había de qué preocuparme, que eran "cosas de niños". Estas palabras me pesaron muchísimo. Sin embargo, confiamos en que la situación mejoraría, ya que nos aseguraron que estarían atentos. Desafortunadamente, las cosas no cambiaron. Poco después, una madre me llamó alarmada porque mi hija había sido agredida por un grupo de niñas que incluso habían organizado el ataque frente a otros compañeros.
Estábamos destrozados. Mi esposo y yo decidimos acudir a la dirección del colegio, pero la reunión fue un fracaso. La jefa de estudios culpaba a mi hija de todo, y el director no tomó el asunto en serio. Salimos con la promesa de que tendríamos una reunión formal, pero tardaron una semana en darnos una cita, mientras el acoso continuaba. En cada reunión, trataban de restarle importancia, siempre diciendo que lo iban a vigilar, pero nunca pasaba nada concreto.
El Protocolo Nunca Abierto
Decidimos contactar con una asociación especializada en acoso escolar. Nos explicaron que el colegio debía haber abierto un protocolo de acoso escolar, pero esto nunca sucedió. A pesar de las reuniones y nuestras peticiones, el colegio seguía negando la gravedad de la situación.
Al finalizar el cuarto curso, teníamos la esperanza de que el año siguiente mi hija no estaría en la misma clase que las acosadoras. Pero no fue así. Comenzó quinto con las mismas niñas y la misma tutora.
Este año, sin embargo, decidimos no dejar que pasara un curso más sin tomar medidas. Solicitamos una reunión desde el primer día. Afortunadamente, había una nueva jefa de estudios, quien se comprometió a tomar en serio el caso. Aun así, los problemas continuaron, aunque de forma más sutil, especialmente en el recreo. A pesar de los esfuerzos, el acoso no cesaba por completo.
El Impacto del COVID y el Final de la Pesadilla
La pandemia del COVID-19, irónicamente, trajo un respiro. Las niñas que acosaban a mi hija dejaron de tener contacto cercano con ella, y la situación mejoró considerablemente. En sexto curso hubo algunos incidentes, pero la situación estaba más controlada. Cuando pasamos al instituto, me preocupaba que las cosas pudieran empeorar, pero afortunadamente, la dirección del nuevo centro actuó rápidamente cuando hubo algún problema, y el acoso no continuó.
Reflexiones y Consejos
Mirando hacia atrás, me doy cuenta de los errores que cometimos por confiar demasiado en el colegio y no ser más insistentes en abrir el protocolo de acoso escolar. Por no querer enfrentarnos directamente al centro, dejamos pasar mucho tiempo creyendo que la situación mejoraría sola.
Hoy en día, sigo informándome y leyendo sobre acoso escolar, y este blog es mi forma de ayudar a otras familias que pasan por lo mismo. Mi consejo para todos es que no esperen, que tomen medidas desde el primer momento y no permitan que el acoso sea minimizado o ignorado. El bienestar de nuestros hijos es lo más importante, y no debemos dudar en defenderlo.
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